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sábado, 23 de marzo de 2013

Espejos.



“(…) Atrás quedó la Internacional Situacionista,
atrás Guy Debord.
Atrás quedó aquel tiempo de socialismo o barbarie,
sin corregir, atrás; impoluto y entero.
¿Acaso esperas a que el viento lo levante?
¿o lo vas hacer tú?
(Manu LF. “La salvia del árbol que no envejeció.”)

  
Atrás quedó su careto matutino con sus legañas aferradas con fuerza a sus ojos como evitando  caer a la inmensidad. Sus muecas sin sentido suplicándole inútilmente parar al tiempo, como una ola huérfana que sin ojos se estrella irremediablemente contra las rocas.
Atrás quedó hasta su cuero cabelludo. No podía evitarlo. Sus edades, todas atrás, ritmos vitales; reflejos que le muestran la verdadera superficialidad de su ser, su oscuridad artificialmente iluminada. Atrás llevaba su corazón, su luz, sus espinitas, sus caminares, sus despertares, sus recuerdos y sus potingues.

Los ritmos biológicos se mostraban en forma de envejecimiento producido por la simpleza del tiempo, el espontáneo reflejo de los ritmos circadianos de un tiempo que tal vez no era el suyo.

Atrás estaba el objeto donde la mayoría se hacen promesas que jamás cumplen.
Atrás quedó él, mostrando la superficialidad tal y como la ven los demás; con frivolidad, imparcial u honestidad, pero el tiempo no se puede ahorrar, él no perdona, no hay clemencia en los relojes porque, aunque no tengan pila, para ellos el tiempo también pasa.

Atrás no era su sitio pero ahí estaban todas sus inseparables verdades, atrás, viajando con él.

Porque nuestro amigo se cansó de los reflejos, de los recuerdos que muestran como fue y  hastiado por los ecos del silencio, aquella misma tarde se aburrió tanto de la superficial realidad que constantemente le mostraba aquel objeto que, sin pensárselo dos veces más, cogió su coche y se dirigió al lugar donde, por enésima vez,  se paró el infinito tiempo.

Y en el asiento trasero,  llevaba consigo  su tradicional espejo con marco de madera dotado por la hermosura que le proporcionaban miles de agujeritos donde las Anobium punctatum habían permanecido durante años alimentándose con naturalidad y soportando en silencio los ritmos biológicos.
Él condujo por las calles de su ciudad, escuchando “There Is A Light That Never Goes Out”.

Un cielo seminegro y aquella melodía de los “Smiths“, acompañaron a nuestro amigo  hasta la tienda de antigüedades donde el viejo espejo quedó empeñado por tres monedas y donde, saliendo por la puerta, se juró a sí mismo no volver jamás a caer en las redes de aquellos objetos.
Ya en su casa, sin espejo miró el rodal dejado por éste en la pared y sentado en una silla, observaba las tres monedas sobre su mano abierta mientras, añorando viejos recuerdos,  se preguntaba a sí mismo una y mil veces si no había vuelto a sucumbir a las viejas costumbres de un mundo material.

viernes, 8 de marzo de 2013

Todos Los Días, 8 De Marzo♀.


“Mujeres, Mujeres, Mujeres!
Ay Mujeres de la Vida Mía,
Mujeres de la Patria Mía!
Las Amo Infinito y les pertenezco todo!
Viviremos y Venceremos!”.
(Hugo Chávez, 8 Marzo de 2012)



“Mujer tú que viste dentro de tu vientre al hombre nacer.
Amante, Madre,  Amiga...
¿Quién quiso que fueras esclava?”
(Orgon 1992. Nuestros Sueños Son Vuestras Pesadillas.)






Tú,
doblemente oprimida;
en nuestra condición social y
nuestra condición económica
de mujer y trabajadora.
Cuando moralistas burgueses vociferan
un sucedáneo de igualdad
que un régimen patriarcal
conlleva perpetuar.
Santificado yugo eclesial;
¡Saca tus rosarios de los ovarios!
El sistema ofrece sucedáneos
de igualdad,
de libertad,
y no hay desarrollo
de las personas.
La sociedad capitalista,
¿una sociedad libre?
que divide,
separa y
nos hace vivir
a hombres y mujeres
en propiedad.
Mujer que luchas,
mujer libre.
Mujer que riges tu vida
por prototipos o tallas;
¿Eres libre o por siempre esclava?
Hombres y mujeres
huyendo de roles
dilatando la lucha,
señalando al machismo,
apuntando al capitalismo…
                             ¿aunque sea con un AK soviético?
                                                                                        Tú eliges!

Mujer, que no te engañen;
el feminismo burgués no va a solucionar nada.
Lograr la igualdad de mujeres y hombres es una lucha común. Común como nuestro enemigo sistema opresor; el capitalismo, culpable él de dividir a l@s trabajador@s en hombres y mujeres, blancos y negros…  convirtiéndonos en meras mercancías productivas para su alimento. No se conquistan derechos sin asumir compromisos y riesgos. Y tampoco se es feminista (no es mi intención) por plasmar esta mierda que he escrito, así que siendo sin duda una cuestión de PRINCIPIOS, los míos siempre llevan una buena ración de humor, amor  y respeto.
(Manu LF)

lunes, 4 de marzo de 2013

El Hombre Que Tenía Los Bolsillos Llenos De Viento.

El hombre que tenía los bolsillos llenos de viento, regalaba esta mañana unas notas musicales que fluían de su desgastado violín. Agraciando con colores los vientos del casco antiguo de una ciudad seducida y encantada ésta porque haciendo buen acopio de melodías, a sus transeúntes peinaba con
ellas. A pesar de ello, el hombre que tenía los bolsillos llenos de viento pasaba desapercibido por la postrimera costumbre de girar la cabeza ante evidencias, inocente como el llanto de un bebé, sonriente como aquel al que los días se le alargan subiendo y bajando las escaleras del manicomio de los cuerdos; la urbe, sus edificios, las sombras del individualismo y vidas sin alma o sentido. Dos monedas lo empujaron a probar nuevos sabores; quizás sentir el calor artificial le hará olvidar el frío de hoy. Entonces el hombre que tenía los bolsillos llenos de viento, entró a una cafetería y pidió, por favor, que le sirvieran un café con leche muy caliente y una pizca de dulzura, amor y simpatía, lo tomó cogiéndolo con ambas manos acompañado del calor del lugar y su violín. La mirada del hombre que tenía los bolsillos llenos de viento poseía la simpleza llana de quien huye de excusas que nos roban el tiempo. Por eso mismo le lancé un saludo y mi sonrisa desde el otro lado del cristal, por eso él me sonrió agradecido. Al final de la calle, todo sigue igual, la indiferencia camina desgastando la ciudad pero ésta vez el viento no aligera notas musicales.
Si otro día vuelvo a ver al hombre que tenía los bolsillos llenos de viento, me gustaría tomar un café con él y charlar, seguro que tiene algo más interesante que contar que los secretas que me han pedido el DNI cuando he llegado al final de la calle.