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lunes, 4 de mayo de 2015

MUJERCITAS-FAHRENHEIT 451-KURT COBAIN.



        Volvía de noche a casa. Aquella tarde junto a Courtney Love, empeñando en los suburbios de aquel barrio residencial mi Fender Jaguar, habíamos sucumbido a la contaminación que nos mata un poco más.
Aquel oscuro y sempiterno cielo sobre la casa de nuestra vecina Amy había vuelto a llenarse de fulgurantes luciérnagas que emergían desbocadas como torbellinos incandescentes. Mi nuevo vecino Montag, el bombero, había vuelto a sufrir otro nuevo episodio de crisis psicótica. Precisamente la noche en la que el señor Brooke y la señorita Meg presidían la ceremonia nupcial a la que Montag y su esposa Laurie habían sido invitados.
Las biblias junto a los infinitos trofeos y carpetas en las que Amy había plasmado en bocetos, todos los informes de los inflamables trabajos por los que Montag había sido condecorado, absolutamente todo, había quedado reducido a escombros. No quedaban más que unos centímetros de cenizas por los suelos de lo que fuera aquella estancia; la impecable biblioteca familiar de los Sullivan.
Pero Montag, aunque sobrepasado por sus celos y resentimientos, estaba feliz. Había logrado su propósito; evitar a toda costa que su entrañable amante, la señorita Meg, contrajera matrimonio con Brooke, ese estúpido aspirante a manager.


—Cariño, no debes preocuparte. Olvidaste tomar el litio, sólo es eso— dijo Laurie, ajena a las razones de un enfermizo Montag abatido y ligeramente tiznado, que con sus músculos faciales reteniendo la mejor de sus comprometidas sonrisas, descansaba en su hogar, sin casco ni botas, sobre el predilecto sofá de escay mientras rompía con la inusitada violencia de ciento veinte decibelios y el Back In Black de AC/DC, el sueño de sus malnacidos vecinos.
Me encanta esa jodida canción, con catorce años ya copié a estos cabrones.
Descolgué el teléfono y, botella de whisky en mano, llamé a casa de los Montag con intención de felicitarles.

—Dígame— contestó Laurie.

Esa voz femenina, suave me ponía más que el veneno de Love.

—Hola, soy Kurt, necesito hablar con el señor Montag—
—Montag descansa en estos momentos— se excusó firmemente Laurie.
—Mmmmm… vamos a ver señora Laurie, ¿cómo se lo digo?, dígale a su esposo que coja el maldito teléfono de una vez— Insistí inútilmente y colgó.

Desde mi ventana observé el apartamento de los Montag, él dispuso de su ignífuga cazadora en la que destacaba, en tonos brillantes 451 y corrió hasta la boca metálica del tubo transportador del edificio. Lo seguí. Allí se introdujo deslizándose hasta la zona de seguridad de la Avenida 17- Sector B donde se encontró con una silueta femenina fumando impaciente bajo la luz de una farola de queroseno.

—Hola Meg— Saludó Montag con impasible ademán.
—Hola Montag, has jodido mi boda y lo sabes. No sé si lo has hecho con esa intención o si ha sido realmente un brote psicótico de los tuyos. Jo sabe lo nuestro. Teddy, tu jefe se lo ha contado todo y ahora ella se lo confesará a Laurie; Jo y Courtney contrataron tus servicios para terminar con la biblioteca de los Sullivan y acabar con Kurt Cobain— 

Las palabras de Meg se clavaron como alfileres en los oídos de un enamoradizo Montag que tras abrazarla y lamerle delicadamente el cuello, la susurró;

—Brooke es un androide, muñeca. —
—Oh Montag, mi amor. Te amo, llévame contigo. Tendremos hijos, quemarán bibliotecas.

De lejos escucho todo, sé que aquí no puedo estar pero en mi garaje está la solución. Maldita Courtney Love.

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