Ilustración: Kai Seligmann |
Del parque de Langelinie
casi todo cabe en un boceto
ya no hay agua pura,
voces ni hechiceras de abismos
que de amores
entiendan;
el viento se llevó a la musa de Edvard Eriksen,
cortaron su pelo dejándole cola de sirena.
Ante el cuerpo de Eline bandadas de gaviotas
que Ellen Price, en un cuerpo que no es el suyo,
a diario recoge con su mirada inerte,
cambian al son de la brisa y
amargos bailes venteados.
Y abandonadas al aire mueren
para decorar una y mil veces
diosas y bailes en susceptibles cuentos
de Hans Christian Andersen.