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jueves, 30 de noviembre de 2017

El último suicidio de Neal Cassady


Husmeo entre las hojas de un libro que no está escrito,
juegas con los almendros en flor
mientras bailes de músicas con lunas
naufragan en tus islas desiertas,
calles en blanco y negro
y letras sin escribir.
Desde hace tres horas
una silla pegada a mi culo
y en mis manos folios en blanco
claman al libro de la calma;
Neal Cassady está muerto.

En las vías del tren, Guanajuato,  terminó de componer el manuscrito de agua y fuego. Un anciano vendedor de lunas ahogadas y estrellas calcinadas que pasaba por allí lo reconoció.
—Creí haberte dicho que no lo escribieras. Pero no has hecho caso, Neal— 
(Manu LF)
Ilustración; Scott Laumann

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